Disciplina Positiva

¿Qué es la Disciplina Positiva?


Últimamente se habla mucho de Disciplina Positiva y afortunadamente se está extendiendo cada vez a más y más gente y a diferentes ámbitos. El problema es que, como al final pasa con muchas cosas, se está usando para nombrar metodologías que no son ni siguen los principios básicos de esta filosofía, y muchas veces se confunde con Psicología Positiva, comunicación positiva, etc.

Me gustaría hablaros brevemente de lo que realmente es y de cómo llegó a mi vida para quedarse.

Puede pasarte que al principio la palabra Disciplina pueda generarte cierto rechazo por las connotaciones negativas que puede tener, pero esta palabra proviene del latín “disciplini o discipulus” que significa “enseñar”, “seguidor de la verdad”.

La Disciplina Positiva es una metodología educativa que nos ayuda a entender el comportamiento de los niños y la forma de abordar su actitud para guiarles en su camino de manera positiva y afectiva, pero a su vez firme y respetuosa tanto para el niño/a como para el adulto. Realmente es una filosofía de vida que es aplicable al fin y al cabo en cualquier relación interpersonal, aunque se enfoca de manera prioritaria en la infancia que es donde podemos iniciar todo este trabajo, y además funciona muy bien con adolescentes, en aula, con parejas e incluso va a implantarse también en empresas.

Tiene sus orígenes en los años 20 y se basa en la psicología individual de Alfred Adler, desarrollada posteriormente también por su discípulo Rudolf Dreikurs. En 1980 su labor fue nuevamente impulsada por 2 mujeres, Jane Nelsen y Lynn Lott, que escribieron un manual de educación y empiezaron a difundir la Disciplina Positiva por todo el mundo.

Se basa en la comunicación, el amor, el entendimiento y la empatía para disfrutar de las relaciones familiares y aporta herramientas a los padres para entender el comportamiento de sus hijos y reconducirlo con respeto y amabilidad, sin luchas de poder. No incluye ni el control excesivo ni la permisividad, sino que se basa en el respeto mutuo y la colaboración, con la intención de enseñar al niño competencias básicas para la vida.

Se podría resumir en 5 criterios fundamentales:

  • 1) Es amable y firme al mismo tiempo (respetuosa y motivadora)
  • 2) Ayuda a los niños a sentirse importantes (conexión)
  • 3) Es eficaz a largo plazo
  • 4) Enseña valiosas habilidades para la vida (respeto, resolución de problemas, participación, colaboración, responsabilidad…)
  • 5) Ayuda a que los niños desarrollen sus capacidades y sean conscientes de ellas.

Cuando me quedé embarazada, empecé a plantearme junto a mi marido de qué manera queríamos que fuera la crianza de nuestra hija. Lo que veíamos en nuestro entorno y lo que habíamos experimentado nosotros en nuestra infancia, no nos acababa de convencer, no sabíamos exactamente qué buscábamos, pero sí algo diferente. No queríamos ser unos padres autoritarios y rígidos, pero tampoco queríamos pasarnos de permisivos y dejarle hacer lo que quisiera. Tras mucho investigar, llegó a nuestra vida la posibilidad de hacer un taller introductorio de Disciplina Positiva, que no teníamos ni idea de lo que era, y allí fue donde encontramos lo que tanto habíamos buscado.

Recuerdo que en ese momento mi hija tenía 15 meses y decidimos hacer el taller de profundización tras el introductorio, aunque pensamos que era demasiado pronto porque: ¿Qué conflictos o problemas teníamos con nuestro bebé de 15 meses? Ninguno. Sin embargo, la decisión no pudo ser más acertada porque de esta forma pudimos anticiparnos y abordar las situaciones que posteriormente nos surgieron desde la manera aprendida y con las bases mucho más claras. Tengo que decir que los resultados se ven a largo plazo, pero cuanto antes empiezas a aplicarla, antes los vas comprobando, ya que no tienes que “corregir” las soluciones empleadas hasta entonces que no te estaban dando el resultado deseado, y todo resulta más fácil.

Sólo puedo decir que desde que conozco la Disciplina Positiva me cautivó y desde un primer momento tuve claro que era lo que hasta entonces había estado buscando. No es el método fácil ni el que nos suele salir de manera automática, pero os puedo asegurar que he ido comprobando en muchas ocasiones cómo funciona y lo que se obtiene merece totalmente la pena. Con otros métodos, puedes comprobar resultados al momento, aunque por desgracia los efectos a largo plazo no son tan deseables (pero eso ya lo dejamos para otro artículo que da para mucho).

Sólo espero haberos aclarado un poquito mejor en qué consiste esta filosofía de vida y que os haya picado ese gusanillo de querer saber más, porque lo mejor de esto no es que te lo cuenten, sino vivirlo, así que si te animas, ¡te espero en uno de mis talleres!

¡Hasta la próxima!

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