Autocuidado

Cuidarse para cuidar

Me gustaría hablaros de algo que descubrí hace un tiempo, que por obvio que pueda parecer, al principio no le di la importancia que ahora considero que tiene: lo fundamental que es nuestro autocuidado en la crianza de nuestros hijos, y no sólo en la crianza, en todas nuestras relaciones con otras personas y en la relación con nosotros mismos, en nuestro propio bienestar.

La primera vez que en un avión oí eso de “En caso de despresurización, póngase la mascarilla de oxígeno primero usted y después a sus acompañantes”, no pudo rechinarme más porque cuando tienes a alguien a tu cargo, el primer instinto de protección te suele llevar a preocuparte de esa persona lo primero y luego ya te ocuparás de ti, o eso era lo que yo pensaba; hasta que supe que en 30 segundos es probable que ya no puedas hacer nada por ti ni por el otro, de ahí la importancia de estar tú bien para poder ayudar al resto.

 

Si extrapolamos esto al mundo de las relaciones interpersonales y más en concreto en la crianza de nuestros/as hijo/as, cuántas veces habremos pensado que esa tarde en pareceía que todo iba ido mejor o peor, ya fuese en casa o en el trabajo, lo achacamos a factores externos. Cuando me ha pasado y me he parado a analizar cómo estaba yo ese día, me he dado cuenta de que muchos de esos días en que todo había ido peor, no es que no hubiera otra manera de hacer las cosas, sino que yo no tenía los recursos, principalmente la paciencia, necesarios para hacerlo de otra forma, y de que mi actitud ante lo que pasaba no era la misma que otros días que me encontraba mucho mejor. ¿Y qué había pasado esos días, qué coincidía en muchos de ellos? Pues que no había dedicado ni un solo momento a cuidar de mí y de mi propio bienestar; y cuando uno no se cuida, no puede cuidar bien.

 

Me ha pasado tantas veces que ahora tengo la premisa, que intento cumplir a diario (y aún así algún día se me escapa y compruebo el resultado), de dedicarme mínimo 10-15 minutos al día para mí, fijaos lo que os digo, 10 minutos al menos pueden bastar. Aunque sólo sea eso, ya hace que mi día cambie o por lo menos que lo valore de otra forma. Al principio, cuando detectaba que necesitaba tiempo para mí, intentaba sacar mucho más tiempo y gran parte de los días no lo conseguía, por lo que al final me quedaba sin ese autocuidado tan necesario para estar bien conmigo misma y con los demás, acumulándose día tras día. Por eso, llegué a la norma de los 10 minutos diarios, porque es algo que si nos lo proponemos, podemos conseguirlo y ya sirve para que podamos pensar que algo hemos hecho por nosotros.

 

Diréis: “¿En serio, 10 minutos? ¿Y con eso ya está?” Por supuesto que si podéis sacar una hora, una tarde o un fin de semana, genial, muchísimo mejor, pero de verdad que a mí me ha ayudado ponerme ese mínimo los días de mucho ajetreo, que no he visto mucho hueco más. Con los días que llevamos en los que muchas de las cosas que nos van pasando (atascos, estrés, discusiones, tareas y más tareas…) van haciendo que nuestro vaso se vaya llenando hasta desbordarse, y nuestra paciencia esté bajo mínimos. Es lógico que ante cualquier pequeño contratiempo (y no te digo ya si es grande), reaccionemos de una manera instintiva y desproporcionada, nuestro cerebro reptiliano y nuestra amígdala tomen los mandos, y no podamos poner en práctica recursos que en otras ocasiones nos funcionan tan bien. Hacer algo por nosotros sirve para que ese vaso se vaya vaciando y quede más sitio para llenarlo de paciencia y energía. Sin olvidar que por supuesto, cuanto más tiempo nos dediquemos, más nos recargaremos.

 

Y entonces eso que han hecho nuestros hijos/as, eso que nos ha dicho nuestra pareja o nuestro/a jefe/a, ya no será tan importante o a lo mejor sí, pero tendremos la capacidad de elegir cómo nos afecta, teniendo la facultad de decidir cómo responder y no sólo reaccionar.

 

Y si aun así todo falla, que nos pasa a todos como humanos que somos, siempre queda pedir perdón si lo consideramos necesario, ver si podemos aprender algo de lo que ha pasado, y si podíamos haber hecho algo diferente y ponerlo en práctica la próxima vez.

Siempre responsabilidad, que nos lleva a tomar acción, y no culpa, que nos paraliza.

Tener siempre en mente que la persona más importante de nuestra vida, deberíamos ser nosotros mismos, y que sólo estando bien nosotros, podremos estar bien con los demás. Ya lo dice el título, cuidarse para cuidar.

¡Os animo a ponerlo en práctica y comprobar los resultados! ¡Espero vuestros comentarios!

Please follow and like us:

Dejar una respuesta

Enjoy this blog? Please spread the word :)

error: Content is protected !!
Esta web utiliza cookies propias para su correcto funcionamiento. Contiene enlaces a sitios web de terceros con políticas de privacidad ajenas que podrás aceptar o no cuando accedas a ellos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Ver Política de cookies
Privacidad